jueves, 19 de febrero de 2015

Recuperar la sonrisa y dejarse sorprender.

La Retinosis Pigmentaria nos da sacudones…. De repente, de lo mal que veíamos notamos que vemos peor, y un miedo casi imposible de controlar nos invade el alma, se pone en el primer plano de nuestra vida… generalmente no decimos nada a quienes nos rodean, para no preocuparlos y esas cosas, pero ahí vamos, intentando “ver”…. Y no vemos. Eso me estuvo pasando, en medio del vértigo de la temporada de verano en un pueblo turístico mi alma y yo estábamos complicadas…. Obviamente sin hacerlo notar, sólo algún observador muy perspicaz pudo ver que algo no estaba igual en mí. Uno no se da cuenta y ya no sonríe…. Eso me hizo notar mi guía. Y claro, los problemas de siempre, los económicos, las imposibilidades, y la vista…. A uno se le borra un poco la sonrisa por un tiempo, pero algo siempre nos hace volver. Por suerte vino mi hermana con la familia y me sacaron de esa “disconformidad” conmigo misma, y mientras, entrenaba para una carrera que me llenaba de incertidumbre, porque me exponía a un recorrido de montaña por primera vez y no sabía qué esperar de mí misma. Los Lynces siempre me hacen feliz así que aunque sea por estar con ellos acepté el desafío de Lanin. Se nos complicaron bastante las cosas para poder ir hasta el lugar de la carrera pero de a uno fuimos superando los contratiempos y llegó el día. Mi esposo no podía ir por el trabajo y por ende no podía llevarme las nenas, cosa que motivó una decisión difícil…. Dejarlas por primera vez sin mi presencia y por motivos míos, no de ellas…. Es muy distinto irme sin la familia que con ellos, pero lo hice. 5 horas de viaje hasta Junín de los Andes, mi guía Gustavo y yo listos para enfrentar el volcán. Llegamos a la acreditación, charla técnica y por supuesto encontrarnos con los Lynces, los más maravillosos corredores con discapacidad visual capaces de todo y sus increíbles guías. El domingo a las 12 del mediodía era nuestra largada. Salimos temprano porque era lejos, un camino de ripio de 55 km., difícil pero maravilloso y el paraíso nos esperaba. Claro, mi alma estaba en un estado complejo…. “en reparaciones!... y dispuesta a dejarme sorprender, como dice Gustavo, pero mi concentración no era la más indicada. En la entrada en calor recorrimos un poquito de lo que sería el recorrido de la carrera…. Y ay ay ay!.... casi llegamos tarde a la largada y todo… jajajaja Conteo y allá fuimos, por Dios! La huella era finitísima!.... los corredores se amontonaban por pasar por allí… y Gus y yo saltando de acá para allá entre espinillos y pies ajenos…. Complicada al máximo la largada y los primeros 300 mts. Y luego un sendero boscoso, con subida serpenteante y muy angosta…. Corrimos y corrimos, me doblé el tobillo pero seguí, íbamos muy bien. A los 2 km. Un arroyo y por suerte que vino porque el calor y la tierra me estaban dejando deshidratada, lo cruzamos corriendo y aproveché a mojarme y seguimos con los pies pesados por las zapatillas mojadas…. Más bosque, piedras, cañas Coligües en el piso, troncos, raíces, ramas, que nos rayaban las piernas al paso, que nos hacían saltar, que ponían a Gus a estar a full con las indicaciones…. Y yo, medio sorprendida todavía. Otro arroyito y más obstáculos… y más. Pero seguimos corriendo. Hasta que en un momento ya no podíamos correr…. Sólo si hubiésemos sido vampiros hubiésemos podido subir eso corriendo. Una subida muy muy empinada, con piedras enormes, tierra blanda que me hacía dar un paso hacia arriba y resbalar cinco para abajo…. Jajaja, y Gus ya me daba indicaciones que no obedecía…. Porque mi cabeza estaba en un estado bastante complicado. Al llegar a lo alto el paisaje del volcán Lanin y su entorno espectacular…. Pero no tuve espíritu para contemplar ni intentar distinguir el paisaje… y a bajar. Casi sobre los hombros de Gus corrí cuesta abajo por un sendero minúsculo. Volvimos a correr y hasta nos perdimos en un sendero muy boscoso corriendo hacia abajo agachados bajo las ramas y el que tuvimos que recorrer otra vez subiendo hasta retomar el camino marcado…. No puedo detallar todo porque sería extensísimo. Gus me guio con soguita, cañito, de la mano, del brazo, casi me cuelgo de él en algún momento…. Jajajaajaa. Cuando llegamos a un camino ancho donde pensamos que sería más fácil nos equivocamos, era arenoso y en subida y bajada y el calor nos agobiaba. No sabíamos cuánto faltaba…. Y yo pensaba que algo así es en realidad la vida…. Largamos y se nos presentan diferentes caminos, difíciles, distintos, pisamos con cuidado pero nos herimos igual, nos quieren atrapar las ramas de las angustias pero nos escapamos aunque nos llevemos algunos arañones, damos un paso adelante y retrocedemos unos cuantos para seguir otra vez hasta alcanzar la cima, nos apoyamos en alguien que nos brinde seguridad, a veces no escuchamos las recomendaciones que nos ayudarían a ir más seguros y nos tropezamos, nos parece que se viene lo fácil y de repente nos pesan los pies y no podemos avanzar rápido como queríamos, y nunca sabemos cuánto falta para terminar un camino complicado. Y aún faltaba quizás lo peor…. Porque el cansancio más mental que físico ya no me dejaba escuchar a Gus, y los últimos 500 mts. Caí, me levanté, volví a caer, otra vez me levanté…. Y caí una última vez al llegar. Finalmente llegamos y tras levantarme por última vez nos abrazamos con Gus, llenos de tierra hasta los dientes, raspones, las piernas lastimadas,la cabeza a mil, la estepa patagónica en los pies, el bosque en la memoria, y ese sentimiento de logro incomparable. Definitivamente mi guía merece un premio mayor…. Y las ideas, los pensamientos, los sentimientos, los dolores, los músculos, todo se enfrió en las cristalinas aguas de un lago transparente y azul en el que nos metimos, y con la compañía de los otros Lynces y guías que llegaban nos reimos a carcajadas por todo lo que fue pasando a cada uno. Aprendí que tengo que dejarme guiar, que tengo que confiar y no tratar de manejar las cosas que no puedo…. Al pie del Lanin largué llena de inseguridades, pero con el espíritu ese que jamás me abandona, el de luchar y no dejarme vencer que aunque algo escondido no estaba muerto. En los senderos dejé mis miedos mayores, sacudí mi tristeza, sentí angustia por un segundo al darme cuenta que no puedo hacer nada con ésta enfermedad que me quitó tanto pero que me dio la posibilidad de estar allí con los Lynces, con mi guía, que de ninguna otra manera lo hubiese hecho, que la vida está llena de obstáculos, que caemos y nos levantamos, nos sacudimos y seguimos, pero que al final del recorrido nos espera un abrazo contenedor, unas aguas mansas y el calor de la gente que nos hace feliz. Y recuperé mucho la alegría.... Me faltaba mi familia pero sabía que estaban bien y me esperaban contentos, y cada desafío que supero es un orgullo para mis hijas y esposo y ese es el premio mayor. Las últimas publicaciones han tenido que ver con diferentes carreras que corrí, hubo más que éstas, pero siento que en las que fui narrando hay cosas que nos sirven para aprender, que nos significan cambios, que son representativas de la vida que nos toca, con contínuos desafíos, con angustias, miedos, ganas de quedarnos en la guarida cómoda y tranquila y una vez más vencer el miedo y salir a la vida. Sigo pidiendo a Dios que no me quite la última luz que queda, que no me deje sin notar algo de la cara hermosa de mis hijas, que no me deje sin paisaje borroso pero bello, que a pesar que es muy poco es algo…. Y ese algo no me sirve de mucho, no me sirve para correr una carrera en la montaña sin hacer caso absoluto a mi guía, no me sirve para ver un dibujo, ni para ir sola a lugares que no conozco (todavía), ni para andar sin mi bastón, pero sí me sirve para ver el cielo pintado con alguna nube o la montaña inmensa tras el lago o los ojos redondos de Mora muy cerca y a la luz, o la increíble sonrisa de Solcito también muy de cerca y con mucha luz…. Retinosis, no te lleves todo eso. Tengo las piernas con todo tipo de raspones, las rodillas lastimadas, algunos arañones en los brazos y hasta uno en la cara…. Pero son las marcas que me quedaron de la superación de lo que en otro momento hubiese creido imposible. Será lo que tenga que ser, como en la carrera, y hay que volverse a levantar, como en Lanin, una y otra vez, porque a los miedos no los podemos matar pero sí podemos ponerlos atrás,dejarlos a un lado, volver a sonreir, esperar que las heridas sanen y dejarnos sorprender por los buenos momentos.