jueves, 30 de enero de 2014

Una pregunta que nos saca de la oscuridad.

Cuando nos damos cuenta que perdemos la vista solemos también darnos cuenta que no podemos salir de eso solos, pero nos rehusamos a aceptarlo y queremos que nadie lo sepa, que nadie lo note. No podemos pedir ayuda…. Nos queremos encerrar y evitar el contacto con la mayor cantidad de personas posible. Suele ser así. Hasta que ya no nos queda otra, o hasta que alguien nos hace la pregunta correcta, esa que se convierte en el puente entre nuestro interior muerto de miedo y la infinidad de cosas que podemos hacer aún sin ver. Hace 11 años, llegábamos a El Bolsón con el sueño de tener nuestra propia chocolatería, nuestra fuente laboral. Mi amigo por aqquel entonces, y yo salimos un 12 de enero de Puerto Madryn, huyendo de nuestras malas experiencias y en busca de un buen futuro. Yo ya veía demasiado mal para buscar un trabajo pero no lo asumía…. La Retinosis ya se había instalado en mi vida y yo ni siquiera lo sabía, sólo podía notar que cada vez se borraban más y más imágenes, y ni hablar por la noche…. Sólo distinguía las luces. Pero como hacemos muchos, no lo decimos, y buscamos excusas ante la evidente falta de vista. Cuando nos fuimos de Madryn dejé atrás el lugar que yo había elegido para vivir, porque amaba el mar y las ballenas, y me había ido allí desde Rosario para concretar la vida que había soñado, pero tras 6 años tuve que irme para alejarme de quienes me hacían demasiado mal. Detrás quedaron las ballenas amadas y el mar azúl, tan inmenso. Resigné el paisaje que más amaba pero encontré el paisaje que llenaría mi alma de colores. Nos dio la bienvenida la Comarca, con sus pinos, sus montañas, sus pájaros, su vida tranquila y su verde eterno. Llegamos a Bolsón y encontramos un local para instalar nuestro negocio y nos pusimos en marcha. Mientras mi amigo Néstor iba conociendo y dándose cuenta de mis “errores”. Un día, con su manera tan transparente y frontal de ser, me hizo la pregunta más simple y dura que alguien me había hecho jamás: “Qué te pasa en la vista?”… Fue como una trompada en el medio de mi cara,. Él no lo sabía, pero era demasiado evidente, y sólo quería saber qué me pasaba, para ayudarme…. Yo lloré y lloré, y entre lágrimas reconocí que no veía… Fue como sacarme un puñal del pecho, como sacarme una enorme piedra de encima, algo que me aliviaría el alma pero que en ese momento me causaba un enorme dolor. Nunca había reconocido lo que me pasaba y no tenía ni idea el porqué. En esos días, hace exactamente 11 años, sucedió un momento que me marcó, una situación que jamás olvidaré. Fui al supermercado como lo hacía siempre, a comprar shampoo, y al pararme frente a los envases, no lograba leer ninguna letra. Tomaba uno tras otro y no podía distinguir qué decía en las etiquetas, con lo que no podía encontrar el que buscaba. Me fui de allí y volví desconsolada sintiendo que elmundo se me venía encima. Pero ya le había contado a mi amigo que yo no veía, con lo que pude sacar mi tremenda angustia y desahogarme con él, pude contarle lo que me había sucedido y él pudo aydudarme a buscar una salida. Juntos, mientras seguíamos armando nuestro local, decidimos buscar ayuda y así comenzamos a recorrer distintos oftalmólogos para que me dijeran qué me estaba pasando. Siempre fui miope, y desde hacía varios años había comenzado con problemas más graves, pero en el último tiempo de mi vida en Madryn había pasado por situaciones muy difíciles con personas muy malas y una pareja que casi me vuelve loca, y eso me llevó a un tremendo stress, una gran anemia y problemas de salud que hicieron despertar del todo la Retinosis y que ella, sumada a mi Maculopatía, arrase con mi vista. El 23 de febrero de 2003 abrimos nuestra chocolatería y para marzo ya había entre nosotros mucho más que amistad. Había nacido el amor en el peor momento de mi vida, donde yo creía que no podría seguir así, que no lo podía enfrentar, pero Dios me dio algo más importante de lo que me sacó. Al año siguiente nos casamos y luego llegaron nuestras hijas…. Pero eso es otra historia. Sigo extrañando el mar, sigo amando las ballenas, las orcas, las gaviotas y el olor a sal, pero aquí, desde hace 11 años encontré el sentido de la vida. También el sentido de haber perdido la vista, porque puedo entender a los demás, porque puedo “sentir” la vida de otra manera. A veces tenemos que tomar decisiones que nos cuestan, que requieren de nuestra mayor valentía,como cambiar de vida para salvarnos… y salir a la luz es una decisión nuestra, que comienza con sincerarnos. Hoy no hay pregunta que pueda provocarme dolor como en aquel momento con aquella tan simple y crucial, porque hoy todo es transparente, porque todos saben que veo muy poquito y si tengo que explicárselo a alguien que acabo de conocer no tengo problema en hablar de eso. Reconocer y aceptar es muy difícil, muy doloroso, pero muy aliviador también, y lo mejor es que nos abre un camino maravilloso que nos lleva a nuevos amigos, como todos los que tengo a través de internet , a los que quiero mucho, quienes me ayudan a ir cada vez más lejos, nos lleva a nuestro propio interior, a encontrar quienes realmente somos. Nos lleva a buscar las herramientas que nos pueden ayudar, como un bastón verde, un lector de pantalla, etc… y todo eso es increíblemente enriquecedor. Una pregunta, una simple pregunta, puede cambiarnos la vida, puede cambiársela a alguien más, si es hecha con amor, con respeto, con buena intención, puede cambiar el mundo. No dudemos en hacerla cuando haga falta, y no dudemos en responder cuando nos la hacen. Una pregunta que es mucho más que eso, es una balsa para el náufrago, un oasis en el desierto, una luz en la oscuridad… Es una mano extendida para ayudarnos a salir adelante, la llave que nos saca del encierro en el que nos metemos cuando nos damos cuenta que nuestra vista se va y nos asaltan todos los miedos. Qué te pasa en la vista?, Te puedo ayudar?....

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